“Subvertir: trastornar, revolver, destruir, especialmente lo moral. Se conjuga como sentir”. Este bordado de Irene Pérez fue una las primeras piezas que surgieron del grupo de punto subversivo, hace ahora casi seis años.
El grupo de punto subversivo de La caníbal forma parte de un hilo que tiene su origen en el grupo de punto subversivo de la librería La Marabunta de Madrid, coordinado por María Bilbao, y bebe de fuentes como las arpilleras chilenas o los stitch & bitch de Estados Unidos. También ha sido el germen de otras como el grupo de punto subversivo de Santanyí en Mallorca.
El grupo está abierto, sin requisitos previos, es cambiante, y reúne a entre tres y doce personas según como vayan las vidas. También tiene su lista de correo electrónico y blog. Nos reunimos cada quince días en La cuineta de La caníbal, y durante la pandemia nos pasamos a los encuentros telemáticos; en 2021 vamos con todo y hacemos encuentros presenciales y telemáticos a la vez. Y es que sobretodo es una tertulia feminista, en la que entre historias de vida, intercambio de referentes y técnicas, lágrimas y risas nos convertimos en taller para hacer a partir de lo que pensamos y sentimos.
Hoy estamos Irene y Tatiana en La cuineta, Rosa y Natalia en la pantalla, y Jesús de La caníbal grabando. En esta sesión estamos organizando las colaboraciones de muchas compañeras para hacer un fanzine de automemoria de estos seis años de encuentros y activismos.
Irene fue la primera coordinadora del grupo y con ella, entre conversaciones e hilos, deshicimos nudos feministas entre los cuerpos, el textil y el lenguaje. Desde el año pasado Tatiana Donoso ha tomado el relevo como coordinadora y con ella empezamos a trenzar nudos feministas entre los cuerpos, el textil y la memoria.
En el grupo de punto subversivo hemos hecho bordados, intervenciones en espacios públicos, collages, conjuros, fanzines, manis, lecturas, recitales, visto documentales, hecho viajes y sobretodo encuentros.